miércoles, 22 de diciembre de 2010

Una Navidad Diferente

Helloo, aqui les traigo algo que escribi para un concurso espero que les guste, si es asi no se olviden de pasar y votar por mi...
http://cientosdemilesdehistorias.blogspot.com/2010/12/una-navidad-diferente-ivonne.html
gracias



Creo que ya perdí la cuenta de cuántas navidades han pasado desde que me convertí en vampiro para estar junto a Edward.

Y todas han sido tan mágicas junto a nuestra familia, que pensar en pasarla a solas con él me llena de emoción y nerviosismo al mismo tiempo.

Pero, mejor, empecemos desde el principio.

Desde hace un tiempo he visto a Edward actuando de una manera extraña, como si me ocultara algo. Pero cada vez que le pregunto me dice "Que no pasa nada, que deben ser locuras mías". Recurro entonces a Alice, pero ella niega totalmente saber algo o ver algo diferente en nuestro futuro.

Esta incertidumbre me pone cada vez más nerviosa.

Para distraerme, Alice me convence para la acompañe a hacer unas compras para la famosa fiesta de Navidad que hace todos los años, y con estas compras mis sospechas crecen aún más.

-Vamos Bella, deja ya de preocuparte. Qué piensas que Edward te esconde? Deberías confiar más en él y tratar de relajarte... que así te arrugarás- Me dijo con una sonrisa.

-Alice, yo confió en Edward, pero siento que algo me oculta y me gustaría saber el por qué y el qué.

-Olvida eso por un segundo, y vamos a divertirnos con estas compras. Además en esta época, necesitas ropa nueva... Me estás matando con cada conjunto que te pones!!!

Yo le sonreí sin inmutarme en absoluto, ya que me hacía gracia todo lo que, según Alice, sufría por mi vestuario. Así que, entramos en tantas tiendas como pudimos antes de que cerraran, y terminé con un nuevo guardarropa que estoy segura que aquí no lo podría usar, ya que pensarían que estoy loca por ponerme algo así en esta época del año.

-Alice, creo que te pasaste de nuevo en comprarme tanta ropa. Además has visto lo que has escogido para mí? Esa ropa no la puedo usar aquí y mucho menos en esta época!- Ella sólo me miró, me sonrió y siguió caminando.
Luego recordé algo: “Jamás vayas en contra de Alice”, así que lo deje pasar. Para qué molestarme, total ella siempre hacía lo que quería.

Por supuesto, jamás se me paso por la cabeza que esto podría ser un complot de lo que estaba tramando Edward.

Al llegar a casa, la encontré totalmente vacía. Ya esto se estaba volviendo costumbre: Edward desaparecía casi todo el día y mi pequeña Nessie estaba de visita donde su abuelo.

Aunque, esta vez, parecía que no estaba totalmente vacía, ya que a lo lejos escuché una melodía, una conocida melodía.. cómo no reconocerla, era mi canción!!!

Fui lentamente hacia el lugar donde sabía que estaba Edward. Plena de emoción y amor llegué hasta el salón, donde me llevé una hermosa sorpresa al entrar.

Vestido elegantemente Edward estaba sentado en el piano, y el salón estaba lleno de velas que lo iluminaban de una manera impresionante, que me permitían, además, contemplar los miles de pétalos de rosas rojas y blancas que se hallaban esparcidos por todo la sala.

Cada día me enamoraba más de Edward, si eso era posible, y él siempre me sorprendía haciendo estos actos inesperados.

Seguí caminando hasta llegar junto a él, y en el momento que estuve a su lado él alzo sus ojos mientras me daba esa cálida mirada y esa sonrisa que demostraba cuanto me amaba. Yo no pude hacer otra cosa mas que sonreírle de regreso, sintiendo como mi pecho se llenaba de amor por ese hombre. Él siguió tocando hasta llegar al final de la canción. Cuando terminó se levantó y me estrechó entre sus brazos. Se sentía tan bien, que yo no pude hacer otra cosa que adherirme más a su cuerpo. Suavemente sentí como levantaba mi barbilla para que lo mirara, y nuevamente vislumbré esa mirada repleta de amor. Antes que nuestros labios se unieran, los dos dijimos –Te Amo- y el beso que nos dimos estuvo lleno del amor y de la pasión que sentíamos, y sabía que sentiríamos por el resto de la eternidad, el uno por el otro.

El beso se hizo cada vez más profundo y ardiente, por lo que no sé en qué momento sucedió, pero me encontré tan desnuda como él y sintiendo unos mullidos almohadones debajo de mi cuerpo. Después de ese momento la magia pareció envolvernos en nubes de placer. Como siempre hicimos el amor muchas veces esa noche y de muchas maneras, demostrándonos todo lo que sentíamos el uno por el otro. Al cabo de unas cuantas horas, no sé exactamente cuántas, estando aún abrazados y acariciándonos tiernamente, no pude aguantarme las ganas de saber el porqué de todo esto.

-Edward, todo esto por qué fue?

-Vamos Bella, no debe haber una razón para que yo te prepare algo así. Sabes cuánto te amo y cuánto me gusta demostrártelo todo el tiempo con estos pequeños detalles.

-Pequeño, dijiste?

-Sabes lo que quiero decir.

Yo sólo le sonreí, aunque me sentí un poco desilusionada. En verdad pensé que tramaba algo más; y parece que lo reflejé en mi mirada, ya que cambió de postura y me estrechó un poquito más entre sus brazos mientras clavaba su mirada en mí.

-Bella, por qué el cambio?

Mientras negaba con la cabeza, le dije -No me hagas caso.

-Tus tácticas son muy efectivas.

Me le quedé mirando, ahora si no entendía nada. –No sé de qué hablas?

-Ven, acompáñame, quiero mostrarte algo.

Me tendió una bata y él se puso otra, al parecer las había dejado anticipadamente al lado del sofá. Caminamos agarrados de la mano hacia nuestra habitación.

-En verdad, Edward, no entiendo de qué hablas?

-Tan sólo siéntate. Quería darte esto más adelante, pero con esa mirada que me diste, no puedo atrasarlo más.

Hice lo que me dijo, sentándome en nuestra cama y esperando a ver de qué se trataba todo esto. Al parecer tenía razón, y eso me hacía sentir muy feliz por no haber estado equivocada con mi intuición.

-Eso es lo que quiero ver siempre en tu mirada.- Me susurró antes de depositar un beso en mis labios y entregándome un sobre que contenía unos boletos para algún lugar, pero no quise ver hacia donde ya que quería que él me lo dijera y me explicara todo.

-Me lo puedes explicar?- Le pregunté con mi mejor sonrisa. Él me miró también sonriendo.

-Claro, amor, como desees. Este año he planeado una Navidad diferente para nosotros, quiero que la pasemos los dos solos en algunos lugares que nos traen muy buenos recuerdos.
Me quedé asombrada, jamás pensé que se tratara de algo así. La fiesta era como una tradición y Alice se esmeraba mucho en hacerla. Aunque, no es que me entusiasmara mucho la fiesta, pero qué pasaría con Nessie y los demás.

-Bella, me puedes decir en qué piensas, me estás matando!!

Yo sólo le agarré las manos y le dejé entrar, él únicamente sonrió.

-No tienes de qué preocuparte, ya todo eso lo tengo cubierto. Hablé con Alice y fue la primera en emocionarse por la idea y me ayudó en armar algunas cosas, como por ejemplo: el vestuario que deberías llevar para el viaje. Hoy no fueron de compras?- Yo sólo asentí.– De Nessie también me encargué. Ella está feliz de que sus papás tengan otra luna de miel, y los demás miembros de nuestra familia están encantados también. Así que deja de preocuparte y dime si te gustó la idea o no?

Yo no podía expresar con palabras la emoción que me embargaba. Él había organizado todo esto para nosotros dos y sólo estaba esperando mi respuesta y ver como reaccionaba al respecto. Por lo que no pude hacer otra cosa que arrojarme a sus brazos y besarlo, demostrándole así todo lo que sentía y lo que pensaba de la idea.

-De saber que ibas a reaccionar así, te lo hubiera dicho muchísimo antes.

Sonreí y le dije –Creo que me saqué la lotería con mi esposo... Y será un placer para mí pasar esta Navidad solos los dos- y así las batas cayeron al piso y continuamos donde lo habíamos dejado minutos antes en el salón.

Después de la sorpresa de Edward sólo quedaba hacer las maletas, pero eso era algo que yo no era capaz de hacer; así que, como era de esperar, Alice estuvo aquí cuando la necesite y escogió todo lo que debería llevar. Yo solamente veía una maleta tras otra llenarse de pura ropa, ciertamente no creía que necesitara todo eso pero Alice ni se inmutó en hacerme caso, y entonces la deje hacer lo que quisiera. De esta manera, antes del amanecer, estuvieron todas las maletas listas para el viaje.

-Creo que no debiste dejar que Alice hiciera las maletas, nos cobrarán por sobrepeso.
Yo sabía que estaba bromeando, así que esbocé una sonrisa cómplice, y antes que me diera cuenta ya nos teníamos que ir a despedir de la familia.

Todos nos abrazaron y nos desearon buen viaje, aunque Emmett como siempre se pasó con su lengua, diciendo que queríamos hacer ese viaje con el único fin de no tener que soportar la fiestecita de Alice. En parte, puede que tenga razón, pero no iba a dejar que lo supiera.
Después que salimos de la casa fuimos a buscar a Nessie, que estaba en la casa de Charly, pasando su tiempo con él, para despedirnos de ella y augurarles a mi padre y a Sue unas felices fiestas.

Nuestra pequeña estaba tan contenta de que nos fuéramos a otra luna de miel que hasta pensé que estaba más emocionada que nosotros dos juntos. Le pedí que se cuidara y se portara bien, ella sólo me sonrió preguntándome si no la conocía lo suficientemente bien para saber cómo se portaba siempre. La abracé y la besé, Edward de la misma forma lo hizo cuando se la entregué, además de darle consejos no muy sabios de cómo tratar a Jake si no cumplía con su regalo navideño; así que luego de una pequeña rencilla familiar, partimos hacia el aeropuerto.

-En verdad, no puedo creer que estemos haciendo esto y que nos podamos salvar de la fiesta de Alice.

-No lo digas mucho, amor, recuerda que Alice siempre se entera de las cosas y no queremos tener problemas con ella.

-Ella sabe muy bien lo que siento por las fiestas, así que no sería nada nuevo que ya supiera lo emocionada que estoy por no tener que estar ahí.

-Me vas a hacer pensar que únicamente te vienes conmigo para no tener que estar en la fiesta.

-Por favor, Edward, sabes muy bien que contigo iría hasta el fin del mundo, pero que al irnos a ese fin del mundo no tengamos que ir a la fiesta... bueno más dichosa voy.

Alzando una ceja me dio una mirada traviesa mientras sus labios se curvaban en esa sonrisa torcida que tanto amaba, y asiendo mi mano nos encaminamos hacia la puerta del avión.

-Dime, Edward, cuál será nuestra primera parada?- Estaba tan segura que no me lo iba a decir que solamente pregunté por molestar.

-Ya verás, amor mío, ya verás. Te va a encantar, te lo aseguro- Y me besó lenta pero ardientemente, demostrándome con este ósculo todo lo que viviríamos y lo que estaba por venir en esta semana.

Primer Día

En esta época del año París es hermosa.

Toda nevada, con sus árboles desnudos cubiertos de luces de colores, como si éstas fueran su ramaje original, y no fuese sólo uno el árbol de Navidad, sino todos los que se encontrasen bordeando el Champs Elysées y el resto de las calles parisinas.

Recuerdo la primera vez que Edward me trajo aquí, también para esta época, y como disfrutamos cada momento juntos.

-No puedo creer que estemos aquí nuevamente! Sigue pareciéndome mentira o un sueño, como la primera vez que estuvimos aquí.

-Se que te fascinó conocer París la última vez que viajamos, por eso decidí que esta ciudad sería nuestra primera parada.

Le arrojé mis brazos a su cuello antes de cubrir sus labios con los míos. Pensé que sería una romántica manera de hacerle saber cuán feliz estaba de estar aquí de nuevo; después de todo es "La Ciudad del Amor".

Luego que dejamos nuestras maletas en el hotel nos fuimos a dar un paseo por los lugares más significativos para nosotros: empezamos por la Torre Eiffel, luego seguimos con la Catedral de Notre Dame y más adelante la Basílica del Sacre Coeur. Continuaba siendo una visión impresionante cada monumento que volvimos a visitar. Al salir de la Basílica fuimos caminando por Montmartre absorbiendo su colorido y encontrando, por fin, un excelente artista que nos hizo en tiempo record un retrato idéntico de Alice en carbonilla (a partir de una foto que le entregué) para obsequiárselo a nuestro regreso. Seguimos, en plan de turistas, visitando el museo D'Orsay y la Opera de Garnier.

Inesperadamente, al salir de la Opera Edward me llevó a las Galeries Lafayette. Al notar que le dirigía una mirada de extrañeza, me dijo: -Pensé que podríamos hacer un poquitín de shopping navideño. Después de todo, tenemos que compensarlos por nuestra ausencia.

Asentí, con un mínimo de reticencia, pero tenía razón. Sin embargo, Edward luego me lo compensó haciéndome conocer una librería parisina.

De esta manera nuestra primera parada pasó volando. Y antes de darnos cuenta ya nos encontrábamos de regreso en el hotel, donde pasaríamos un par de horas hasta que fuera el momento para regresar al aeropuerto para dirigirnos hacia nuestro siguiente destino.

-Y esta vez, qué te pareció París, igual que la vez pasada o encontraste algo nuevo?

-Fue maravilloso. Vi todo como si fuera mi primera vez, además ahora sí pude practicar mi francés y estando contigo todo siempre parece más brillante.

Sonriéndome, me tiró hacia él. Automáticamente envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo atraje hacia mí. Así empezamos un beso dulce y sin apuro, pero que iba subiendo de temperatura poco a poco.

Me adherí lo más posible a su cuerpo, pero no pareció que fuese suficiente ya que Edward me agarró más fuertemente de la cintura, haciéndome sentir, a través de la ropa, cada parte de su anatomía. El beso se hizo más urgente y ardiente, y la ropa empezó a estorbar. Nuestras mentes parecieron fundirse en una sola, ya que un único pensamiento pareció dominarnos. La ropa fue arrancada de nuestro cuerpo en microsegundos por nuestras manos impacientes, quedándonos desnudos.

Fijando sus ojos en los míos me lanzó esa mirada de fuego y de placer que siempre tiene cuando estamos de esta manera, me dirigió hacia la cama y con un único, rápido movimiento él ya se encontraba encima y dentro de mí. Habíamos descubierto que no necesitábamos juego previo para que estuviera lista para recibirlo, aunque eso no significaba que no lo hiciéramos. Sentí tanta pasión que estaba segura que iba a explotar y él, solamente él, era el culpable, quien me estaba matando, a mi cuerpo y a mi mente, con lo que me estaba haciendo.

Necesitaba todo de él y de manera desenfrenada, pero Edward actuaba tan calmadamente, sin apurarse en absoluto... que tuve que tomar acción en el asunto. Con un rápido movimiento quedé arriba y de esa manera pude obtener lo que deseaba y cómo lo deseaba. Fue un maratón de quien aguantaba más arriba, ya que tanto él como yo queríamos estar al mando; pero casi siempre yo lograba el cometido.

Después de perder todo pensamiento racional, nos quedamos abrazados y acariciándonos con lentitud. Inesperadamente escuché que se reía y lo miré interrogativamente, con la pregunta reflejada en mis ojos.

-Es que estábamos peleando por el mando y me dejé vencer... y de qué manera recibí una recompensa por eso!

Arrastré mi pecho sobre el suyo, provocándome una deliciosa fricción y me apoderé de sus labios de nuevo, susurrándole a continuación –Tal vez esta vez te deje estar al mando- con una voz ronca y lo seguí besando de una manera entre juguetona y apasionada, hasta que nos dimos cuenta que ya era hora de irnos.

Nos arreglamos y fuimos hacia el aeropuerto, donde nos esperaba el próximo avión que nos llevaría hacia el segundo destino que me tenía preparado Edward.

Estaba sumamente entusiasmada por descubrir que sorpresa venía a continuación.

Segundo Día

Nuestra siguiente parada fue Londres.

Me encantaba esta época del año, porque a donde tú fueras te sentías en familia, y todo el mundo parece entusiasmado por las fechas que se aproximan.

-Por qué Londres? Cuál viaje acá te trae mejores recuerdos?

-Vamos, Bella, en serio me vas a preguntar eso? Si sabes muy bien que todos los viajes que hemos hecho juntos me traen muchos recuerdos, y sobre todo muy buenos. Si quieres puedo empezarte a enumerar todos los recuerdos que tengo de Londres y después me puedes decir si te atraen o no?

No tenía que hacerlo ya que igual que a él todos los viajes que hemos hecho juntos me traen muy buenos recuerdos. –No tienes que hacerlo, tienes toda la razón y estoy de acuerdo contigo, viajar juntos nos llena siempre de encantadores e irrepetibles remembranzas. A dónde iremos primero?

-Déjame encargarme de que nos lleven nuestras maletas al hotel, para que así podamos hacer un recorrido por donde tú quieras.

Después que se encargó de las maletas, pudimos subirnos en el famoso bus rojo londinense, donde nos situamos en el segundo piso para admirar mejor el paisaje y los diferentes lugares por el cual pasamos: el Palacio Real de Buckingham, The Green Park, el recorrido por una de las calles más importante de Londres: Piccadilly con sus históricos edificios, Piccadilly Circus, además que se nos permitía entrar en los diferentes museos en donde se exhiben pinturas europeas de 1250 a 1900. Al terminar el recorrido, decidimos caminar por el Millennium Bridge para dirigirnos hacia la Catedral de San Pablo y de ahí ir a algún restaurante para disfrutar de la buena música y algo de comida.

Sé, que al convertirme en vampiro no precisaba el alimento humano convencional pero, por alguna razón inexplicable a todos, en especial a Carlisle, aún me agradaba consumirlo de tanto en tanto y no me asqueaba como a Edward; así que podía saborear los manjares de otros lados, como pensaba saborear su típico fish' n' chips (Pescado frito con papas fritas).

Ya al atardecer nos dirigimos hacia el hotel para cambiarnos. Disfrutaríamos de la noche mágica de Londres: de los bares, clubes y teatros.

Al llegar a la habitación no pudimos hacer otra cosa que arrojarnos a los brazos del otro y empezar a besarnos desenfrenadamente. Así que una cosa llevó a la otra y al final estábamos donde siempre... en la cama, en los brazos del otro y demostrándonos cuanto nos amábamos.

-Creo que esto puede volverse costumbre- Me dijo Edward con una sonrisa.

-A mí no me molestaría que se volviera costumbre, te lo aseguro, amor- le respondí con una sonrisa seductora.

-Y te aseguro que yo no me quejaría.

-Esta noche que haremos primero?- Le pregunté.

-Primero, creo que deberíamos levantarnos de la cama, pero estoy muy cómodo aquí, así que lo estoy pensando.- No pude aguantarme la risa –Y bueno, después sería darnos un baño y salir a ver que nos depara la noche. Creo que podríamos ir al teatro, ya sabes que no hay nunca problemas por las entradas, y después a un pub o recorrer la ciudad, lo que más te guste, amor.

-Me gusta cómo suena la idea. Creo que podríamos quedarnos un rato más aquí y después salir.

-Muy buena idea, quedémonos aquí un rato más.

Después de un buen rato en el que nos volvimos a amar, nos levantamos y nos bañamos juntos, preparándonos a nuestra propia velocidad para salir; iríamos al teatro.

Me encanta como le queda el smoking hecho a medida, ya que revela la forma de su cuerpo; y con mi vestido de noche turquesa, éramos la pareja más llamativa de aquellas congregadas en el hall y de toda la zona de teatros. Todas las personas se nos quedaban mirando y admirando como nos veíamos.

Fue una noche perfecta. El teatro estaba lleno, pero teníamos nuestro propio palco donde disfrutamos mucho de la obra, ya que su historia era muy atrapante.

Después que salimos, caminamos por el barrio chino y bajo las luces de neón de Piccadilly Circus.

Me dio curiosidad y logré convencer a Edward de entrar al museo de lo increíble y raro de Ripley. Salimos comentando lo que vimos, abrazado y felices.

Inesperadamente, un relincho llamó mi atención. A unos pasos de nosotros se hallaba un hombre en librea delante de un carruaje antiguo negro sin techo. El caballo no parecía muy contento mientras el hombre parecía aguardar por alguien.

Edward se encaminó hacia él conmigo abrazada. Me lo quedé mirando sorprendida, hasta que me dirigió esa sonrisa que tanto amaba y me murmuró a los labios: -Recuerdo que en nuestro anterior viaje no pude complacerte, pero ésta es mi oportunidad de enmendarlo.

El chofer nos abrió la puerta y me ayudó a subir. Una manta de piel se encontraba sobre el asiento para que nos cubriera cálidamente durante el trayecto nocturno londinense. Edward me envolvió con ella y sus brazos. La infame Torre, el famoso Puente de Londres, fueron algunos de los lugares por los que pasamos antes de realizar nuestra única parada: el London Eye.

Fue una experiencia maravillosa. Contemplar la ciudad desde la altura con mi amor a mi lado, nunca lo olvidaré. El llegar a la cima y contarme cuales eran los edificios que veíamos, mientras me acurrucaba en sus brazos y nos besábamos, fue la culminación de una noche soñada.

Disfrutando de la noche, de sus paisajes al son de los cascos del caballo y de la compañía de nuestra otra mitad llegamos al amanecer.

El carruaje nos dejó en el hotel.

Tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron nos besamos con ansia, como lo habíamos querido hacer durante todo el paseo. Ahora podíamos dar rienda suelta a nuestra pasión reprimida hasta que fuera la hora para arreglarnos para irnos a nuestro siguiente destino.

Tercer y Cuarto Día

Llegamos en horas de la tarde a la gran ciudad de Las Vegas.

Nos registramos en el hotel para prepararnos para la gran noche salvaje que siempre nos trae esta ciudad, con sus diferentes espectáculos de luz, agua, fuego, bailarines, etc, etc.

Listos para disfrutar cada espectáculo nos dirigimos primero para al Caesars Palace, que tiene apariencia de templo romano estirado hacia el cielo, hasta ser convertido en un rascacielos. El interior parece un paseo por el Antiguo Imperio, y es así como se observan máquinas con aspecto romano y espectáculos de robots, fuego, agua y luces que semejan luchas entre dioses. Cada espectáculo me dejaba alucinada, eran mágicos; y verlos todos asida de la mano con Edward era un placer.

Luego fuimos al The Mirage, uno de los hoteles más famosos del Strip. Con una temática dedicada a la Polinesia, entre sus instalaciones se incluye un volcán, delfinario, tigres y leones blancos. Cuenta con un espectáculo homenaje a los Beatles, una de las bandas favoritas de Edward y motivo de bromas por parte de Emmet que prefiere a los Rolling Stone. Y luego, al Circus Circus, ambientado en el fabuloso mundo del circo, que ofrece atracciones y números circenses de forma gratuita y continuada a lo largo del día. Además, tiene un parque de atracciones cubierto por una gran cúpula rosa, cuyas montañas rusas y demás atracciones funcionan todo el año.

Esto era lo que más me gustaba de Las Vegas, que a donde tú fueras ibas a divertirte todo lo que pudieras soportar y mucho más.

Después de admirar cada uno de los espectáculos y de subirnos a las diversas atracciones mecánicas, nos dirigimos al hotel a prepararnos para los placeres que nos ofrecía la vida nocturna de la ciudad.

Pensamos en ir a alguno de los numerosos y variados shows que diversos artistas presentaban en ese momento pero, principalmente y sobre todo, queríamos divertirnos en todos los casinos que pudiéramos y jugar unas cuantas manos en las mesas o en las máquinas tragamonedas.

Cada casino era un espectáculo con diferente temática, pero todos transmitían la esencia del juego y de gastar dinero.

Edward era bueno con las cartas, y mucho más sabiendo cómo eran las manos de cada uno de los otros jugadores; así que él sabía cuándo apostar y cuando retirarse en cada juego. Ganamos unas cuantas manos y también perdimos algunas para que no se viera tan sospechoso. Cuando Edward decidió poner fin al juego, me acompaño a las máquinas tragamonedas, ya que consideraba a éstas mi especialidad. Los comodines algunas veces no querían salir para mi beneficio, pero casi la mayoría de las veces sí me salieron haciéndome ganar algunas monedas.

Aquí uno no sabe cuándo es de día y cuando de noche, ya que a todas horas se ve el mismo ambiente y bullicio. Pareciese que nadie duerme en la conocida Ciudad del Pecado.

-Qué te parece si nos vamos un rato al hotel y regresamos más tarde a ver los demás espectáculos y recorrer un poco más la ciudad?

-Me parece muy bien, amor. Creo que tantas luces me van a marear- Le dije con una sonrisa.

Salimos del casino tomados de la mano para dirigirnos al hotel y pasar un tiempo a solas, en silencio.

Mientras permanecíamos abrazados en la cama, sentí algo extraño. Sentí que había algo que me atormentaba en mis pensamientos, pero no lograba ni ver ni distinguir qué era. Era algo que me perturbaba, que parecía que no me podría dejar en paz, especialmente porque no podía captar lo que era. Era algo sumamente molesto y raro porque estaba pasándola estupendamente con mi esposo.

Edward debió de sentir mi angustia, ya que se separó un poco de mí para mirarme fijamente.

-Qué es lo que está mal, Bella?

-No tengo ni idea. Estoy tratando de pensar, ya que hay algo que me molesta pero no puedo ver qué es. Tal vez no tenga importancia y solamente sean locuras mías.

-Primera vez que te oigo decir eso. Déjame ver para saber si puedo ayudarte a resolverlo.

Y lo dejé entrar. Captó, al igual que yo misma volvía a sentir, esa extraña sensación, que seguía sin saber qué era. Y después de un rato lo miré, preguntándole si había tenido suerte.

-Esta vez, creo que no puedo ayudarte, amor. Tal vez más adelante lo descubramos, sólo nos queda esperar, y seguir pasándola bien. Ya no te preocupes, verás que lo resolveremos. Así que, estás lista para dar otra vuelta o quieres descansar un poco más?- Me preguntó tan dulce como siempre.

-Creo que Las Vegas lo tomaría mal si nos quedamos a descansar más, ya es hora que vayamos a dar otra vuelta.

-Como desees, amor.

Fuimos a caminar por la ciudad y a ver algunos espectáculos a la hora del día que eran muy diferentes que los de la noche.

Lo que más me encantó fue la Fuente Cibernética del Bellagio, sus haces de agua eran increíbles, y te daban ganas de meterte y correr un tiempo para quedar empapados con esa deliciosa agua; así que, jalé a Edward para que lo hiciéramos. Al ver mis intenciones sólo me sonrió y, aunque se resistió un poquitín, me siguió la corriente, logrando que en pocos minutos quedáramos empapados pero riéndonos como locos, y después seguimos caminando como si nada.

Después de un rato de dar vueltas y vueltas por la ciudad nos dirigimos al hotel para quitarnos la ropa y ponernos otra más acorde a la noche. Al salir nos fuimos a ver otros espectáculos que no llegamos a ver la noche pasada: el de Las Sirenas del Ti lleno de fuegos artificiales y de piratas y de luchas con el que quedé encantada y deseando ser parte de ello, y New York, New York, que está compuesta por miniaturas de edificios emblemáticos de New York e incluye una pequeña Estatua de la Libertad, siendo una fantástica recreación de una pequeña porción de la ciudad; y terminamos en The Venetian con su recreación interna y externa de fachadas de viviendas venecianas. Fue hermoso el paseo en góndola, fue casi igual como si estuviera recorriendo la mismísima ciudad de Venecia.

Luego de todo esto nos dirigimos nuevamente hacia otro de los casinos. Nos sentamos a ver uno de los diferentes shows que se presentarían esa noche antes de ir a las mesas y a las máquinas tragamonedas. El show fue un espectáculo, como todos los que se presentan aquí, lleno de música, luces, colores y baile. Al concluir, Edward se dirigió a las mesas y yo a las máquinas lo más velozmente que pudimos sin levantar sospechas, ya que no nos quedaba mucho tiempo para seguir disfrutando de la Ciudad del Pecado.

Perdida en el tiempo al estar sumida en mi maquinita, inesperadamente lo sentí detrás de mí, pero no me viré puesto que sentí su aliento en mi oreja donde depositó un solitario beso para luego ir bajando hacia mi cuello, el que moví un poco para que tuviera un mejor acceso a él y siguió depositando besos, acariciándome con sus manos y con su lengua hasta que no me pude aguantar más. Me giré y lo dirigí hacia mis labios y nos besamos como si nuestra vida dependiera de ello. Me levanté de la silla e intenté pegarme sutilmente a su cuerpo, pero él me agarró de la cintura acercándome mucho más a su ardiente persona, pero en vez de intensificar el ósculo, el beso se fue haciendo más y más calmado; de esta delicada manera Edward se recordó y me recordó a mí donde estábamos y que no nos hallábamos solos, él se separó de mis labios apoyando su frente en la mía y sonriendo me dijo: -Creo que deberíamos irnos-Asentí y salimos del casino para dirigirnos al hotel.

Al llegar, únicamente logramos cerrar la puerta de la habitación para evitar miradas voyeristas ya que en microsegundos estábamos en los brazos del otro besándonos con toda la pasión que teníamos acumulada. Hicimos trizas la ropa que portábamos y ni siquiera tuvimos tiempo de arribar a la cama por la urgencia de sentir al otro. Edward me alzó posando sus manos sobre mis nalgas y pegándome a la pared más próxima al mismo tiempo que envolvía mis piernas alrededor de su cintura para, un segundo después, sentirlo pujar dentro de mí con ese fuego de amor que nos poseía y consumía. Fue dulce y explosivo al mismo tiempo, era la lucha de quien podía dar más o quien aguantaba más. Tenía las sensaciones a flor de piel por seguir sostenida por sus brazos; cada movimiento, cada roce lo sentía multiplicado por mil. Fue otra entrega total como lo eran siempre estos encuentros. No existían ni existirán palabras para describir lo que sentimos al estar así juntos. Después de recostarse sobre mí un momento para depositar un beso en mis labios, me llevó a la cama y allí seguimos entregándonos el uno al otro sin inhibición, sin consideraciones temporales y sin nada que nos preocupara excepto satisfacernos mutua y eternamente.

Quinto Día

Después de dos días en la maravillosa ciudad de Las Vegas tuvimos que agarrar nuestras maletas y dirigirnos al aeropuerto para tomar nuestro próximo avión, con destino aún desconocido para mí.

Viajamos en primera clase y no podía estar más feliz que en esos momentos recordando todo el viaje desde el principio, todas esas cosas maravillosas que hemos pasado y visto juntos. No olvidándome, por supuesto, de comprar un pequeño obsequio a todos los de la familia de los diferentes lugares que hemos visitado. Pero todavía había algo que me inquietaba y no podía dar con ello. Edward y yo habíamos hablado de ello en el camino hacia al aeropuerto, pero seguíamos sin descubrir qué era eso que me molestaba. Sin darme cuenta llegamos a nuestro siguiente destino; y al escuchar la manera y adónde nos daban la bienvenida, no pude evitar sonreír ya que estaba segura hacia donde nos dirigíamos ahora.

-Bienvenidos a Río de Janeiro- Nos dijo la azafata.

-No puedo creer que estemos aquí, Edward! Por qué no me lo dijiste?

-Vamos, amor, cómo iba a revelar el último destino al que nos dirigíamos? Ya no habría diversión entonces.

-Entonces pasaremos Navidad aquí?- Le pregunté y él solamente me sonrió sin contestarme nada.

Me seguía sintiendo extraña, por lo que desconocía de mi mente, pero por el momento iba a disfrutar de la ida hacia nuestra preciada isla, la Isla Esme.

Nos dirigimos hacia el muelle a tomar el yate y después de treinta minutos, más o menos, ya estábamos ahí.

Verla de nuevo fue como un sueño: la playa, las olas, la arena y el pequeño bosque por el cual teníamos que pasar para llegar a la casa, todo era maravilloso; y no podía dejar de sonreír y de admirarlo como si fuera la primera vez. Sin darme cuenta Edward se acercó a mí y me tomó en sus brazos, igual que hiciera cuando me trajo para nuestra luna de miel, y así fue como hice el recorrido nuevamente y entré en la casa. Recorrió los pasillos hasta llegar a la gran habitación en donde delicadamente me tendió en la cama y se acostó al lado mío, apoyándose en su codo para poder mirarme mejor.

-Me encanta lo contenta que estás por estar aquí. Mi elección de los lugares fue muy acertada, o hubieras agregado algún otro lugar o quitado alguno?

-En absoluto, ningún cambio, amor. Hiciste un grandioso, maravilloso trabajo. No puedo creer todo lo que has hecho por mí en este viaje, y todavía no ha llegado Navidad. La espero con ansias, sabes cuánto me gusta esta época del año desde que entraste en mi vida.

-Lo sé, Bella, siento lo mismo desde que estás junto a mí.

Y con eso, nos besamos sin prisas, sólo disfrutando del momento y saboreando nuestros labios unidos. Pero un momento después se alejó de mí y me preguntó: -Qué te parece si vamos a la playa a disfrutar del día?

-Me encanta la idea. Sólo necesito cambiarme, ponerme mi traje de baño y estaré lista para ir.

-Yo te hago compañía mientras te cambias- Me dijo pícaramente.

Le sonreí y empecé a buscar el traje de baño en la maleta. Cuando iba a empezar a quitarme la ropa, él se ofreció amablemente a ayudarme, pero en vez de eso me atrasó más y no me permitía concentrarme en lo que hacía; me besaba el cuello, y mientras intentaba quitarme la ropa él iba depositando besos en cada rincón que iba dejando al descubierto, hasta que me pude quitar todo, y esta vez sí me ayudó en ponerme el traje de baño y el pareo que iba a juego. Cuando vino su turno de cambiarse, intenté distraerlo, a modo de revancha, pero me resultó muy difícil y únicamente conseguí que me distrajera a mí.

Al final ya arreglados, por fin, pudimos dirigirnos a la playa agarrados de la mano; dejamos nuestras pertenencias en la orilla y nos sumergimos en el agua, disfrutando de lo cálida que estaba. Dentro del mar disfrutamos de los besos y las caricias que nos dábamos y que iban subiendo de tono, pero que al mismo tiempo manteníamos bajo control, sin querer satisfacernos tan pronto y sintiéndonos completos con nuestra cercanía. Pronto llegó la noche, y la luna llena brilló con todo su esplendor. La luminosidad de la luna iluminó de manera mágica el mar, la playa, los árboles y la casa, confiriéndole a todo el escenario un aura de fantasía e irrealidad que me dejó boquiabierta. Luego de un largo rato de estar en el agua nadando y jugando, salimos y nos acostamos sobre la arena, y disfrutando de la noche abrazados nos quedamos ahí conversando, acariciándonos y sintiéndonos dichosos de poder gozar de todos estos momentos juntos.

Al día siguiente todo era confusión. Me sentía como si no pudiera dejar pasar algo, pero no sabía qué era eso.

-Todavía algo me inquieta. Cada vez se hace más fuerte y creo que tiene que ver con la llegada de la Navidad, qué crees que pueda ser?

-Creo que tengo una idea de lo que puede estar molestándote, Bella, y para eso creo que debemos tomar otro avión.

-No crees que sólo pasará? No quiero irme de aquí, la estoy pasando muy bien.

-No creo, y sé que lo estás disfrutando pero ya verás porqué te lo digo. Además, ya habrán otras ocasiones para venir aquí, no te preocupes que tiempo es lo que nos sobra.

Esbocé una triste sonrisa, sólo eso podía hacer, además de pasar los últimos momentos de este viaje juntos disfrutándolo al máximo.

Volvimos a la playa, para meternos por última vez en el agua, y unas horas después ya nos encontrábamos arreglando las maletas para dirigirnos hacia el aeropuerto, el cual, como era de esperar para estas fechas, se hallaba abarrotado de personas arribando o partiendo o esperando, pero con un poco de ayuda pudimos abordar el avión.

-Y dónde crees que está mi respuesta para lo que me pasa?

-Ya lo veras cuando lleguemos- Sonriéndome, me abrazó y me acercó más a él. Y así, recostando mi cabeza sobre su hombro, esperé pacientemente a saber hacia dónde me llevaba esta vez este avión.

Después de varias horas, aterrizamos y pude ver hacia donde nos habíamos dirigido.

No sé qué me pasó, pero solamente al pisar el suelo de ese lugar se me llenó el corazón de alegría.

-Parece que sí estaba en lo cierto.

Miré a Edward y creo que ahí entendí todo, porque la angustia que sentía y aquello que me inquietaba desaparecieron como si fueran volutas de humo. Necesitaba estar ahí aunque quisiera negarlo.

-Estamos en casa- Le respondí con una sonrisa.

-Exactamente. A pesar de lo que te cause la fiesta de Alice, parece que no puedes disfrutar estando lejos de nuestra familia en estas fiestas. Así que, qué mejor regalo que darte esta felicidad.

-Lo sigo diciendo: "Me gané el mejor esposo que una mujer pudiese encontrar y amar en siglos." Te amo, Edward y no sabes lo feliz que me haces con todo lo que me has dado desde un principio- Y no pude aguantarme las ganas de besarlo para demostrarle que lo que decía era cierto. -Entonces crees que sepan que estamos aquí?

-Ni lo dudes, amor.

Y estaba en lo cierto, ya que en el aeropuerto estaba el carro de Edward esperándonos. Subimos todas las maletas y nos dirigimos hacia nuestra casa antes de ir a la fiesta, ya que teníamos que ponernos ropa adecuada para la ocasión y sacar todos los regalos que habíamos traído del viaje. Después de un rato, ya nos dirigíamos hacia la fiesta que iba a ser en la gran casa de los Cullen, como todos los años.

No nos sorprendió que cuando llegamos ya estaban casi todos reunidos.

-Sabía que no iban a poder perderse mi fiesta!!- Nos recibió una Alice muy contenta. –Pasen, pasen que ustedes son los últimos que faltaban.

Al entrar, todos nos abrazaron y nos dieron la bienvenida.

A pesar de mi reticencia, a mí me encantaba pasar estas fechas en familia, y más si tenía una familia como ellos, donde la palabra diversión se quedaba corta para describir estas festividades.

Dejamos los regalos bajo el gran árbol de la sala. La decoración en que la casa estaba sumida era preciosa. Alice jamás repetía una decoración, pero cada año se superaba a ella misma. Todo estaba lleno de color, de luces y, sobre todo en cada rincón, había algún muérdago. Viendo eso no pude evitar sonreír al recordar una Navidad en especial, una en donde Emmett y Jasper se encontraron debajo de uno y se quedaron largo rato sin saber que hacer mientras que el resto de nosotros nos moríamos de la risa por verlos tan nerviosos, pero al final, como buenos hermanos, se dieron un abrazo y sus respectivas esposas fueron a rescatarlos; después de eso, todos los años nos encontrábamos esperando que sucediese sorpresivamente algo similar.

En eso, siento una manita apretando la mía, y no puede evitar sonreír y sentirme dichosa de tener una familia como aquella, y más teniendo a mi Nessie conmigo.

-Mi amor, te extrañe mucho! Cómo te portaste en la ausencia de tus padres?- Le pregunté, abrazándola y cargándola en mis brazos.

Ella me sonrió y me besó mi mejilla. -Por favor, mami! Si yo soy un angelito caído del cielo. Eso ni se pregunta, además también te extrañé muchísimo.

-Sí, estoy segura que eres un angelito caído del cielo. Eres mi angelito. -Mientras le hablaba a mi pequeña, sentí unas conocidas manos alrededor de mi cintura y no puedo evitar sentirme mucho más dichosa.

Edward recostó mi espalda en su pecho y le preguntó: -Y a papi, no lo extrañaste, princesita?

Y en ese momento vi iluminarse más la sonrisa de Nessie. Yo sabía cuánto amaba a su papá y, debido a ello, se desprendió velozmente de mis brazos para terminar en los de Edward.

-Claro que sí, papi. Te extrañe muchísimo, los extrañé a los dos. Me alegro que hayan regresado para Navidad y que me trajesen muchos regalos.

No pude evitar sonreír, a Nessie le encantaba que nos fuéramos de viaje sobre todo porque siempre le hemos traído muchos regalos de los distintos lugares. En un rápido movimiento nos besó a los dos y se deslizó de los brazos de Edward para ir corriendo hacia Jake y arrebatarle el tentempié que había tomado sin que Sue se diese cuenta.

Con otro rápido e inesperado movimiento quedé otra vez en los brazos de Edward, apoyada en su pecho y con sus manos en mi cintura, viendo a nuestra familia y lo felices que todos se hallaban.

Rosalie estaba regañando a Emmett por algo que se le había olvidado. Alice y Jasper preparaban las copas de champaña para el brindis. Carlisle y Esme parecían disfrutar de vernos unidos y felices, como padres orgullosos, y observaban a Nessie que estaba sentada junto al árbol esperando que ya fuera hora de abrir los regalos mientras se entretenía jugando con Jake y Seth. Charlie y Sue arreglaban los distintos manjares sobre la larga y bien ornamentada mesa del comedor.

Había una gran sensación de dicha, felicidad y tranquilidad. El amor, en sus distintas facetas, nos rodeaba.

Estábamos abrazados, Edward y yo, en un rincón observando a todos cuando me doy cuenta de lo que hay encima de nosotros. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, provocando que mi esposo mirase hacia donde estoy mirando y sonriese también.

-Creo que hay que cumplir la tradición, verdad?

Le sonreí y me viré entre sus brazos. -Creo que sí.

Y con esa escusa nos besamos. Fue un beso tierno, lleno de promesas, sueños y sobre todo de amor. Unos minutos después nos separamos y nos sonreímos.

-Ya es hora del brindis- Nos llamó Alice a todos.

-Y de la comida- Gritaron al unísono Jake y Seth.

Nos reunimos, todos con nuestras copas en la mano. Cada uno dijo unas palabras llenas de amor y de felicidad, deseándonos lo mejor para el próximo año y que estuviera lleno de buenos momentos, pero sobre todo que siguiéramos estando juntos y que abundara el amor entre nosotros. Todos levantamos las copas para brindar y dijimos al mismo tiempo: -Por la familia y por el amor.

-Ya puedo abrir mis regalos?- Nos preguntó Nessie. No pudimos evitar reír.

-Claro, amor, ábrelos.

Y así empezó a desenvolver todos sus regalos. Me le quedé mirando y sonriendo.

Esto en verdad es todo lo que deseo y siempre soñé, una familia unida. Miré a cada miembro de mi familia, incluyendo a Sue y Seth que ya formaban parte de la vida de mi padre, y por ende de la mía también, y no pude evitar sentirme afortunada, dichosa de tenerlos a todos junto a mí, pero por sobre todo al hombre que estaba a mi lado abrazándome y demostrándome todo lo que me amaba.

Creo que después de todo no fue una Navidad muy diferente. Si hasta tuvimos la carrera de Jake detrás de Edward por el regalo navideño que le entregó... un plato de comida para perros de diseño francés.



FIN

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