jueves, 1 de diciembre de 2011

Un Regalo en Navidad

hellooo, como estan todos???
se fue noviembre y llego diciembre y para empezar bien este mes, aqui escribi una pequeña historia, romantica y navideña para entrar en ambiente
espero que les guste



Faltaba una semana para que fuera Navidad, y las personas por la calle andaban siempre corriendo de un lugar para el otro. En la oficina no era muy diferente, todos esperaban con ansias la celebración de nuestra fiesta de navidad; cada año eran mejores que las anteriores y esta vez no iba a ser la excepción. Aunque los jefes se habían ido por un viaje de trabajo, ellos mandaron decir que siguiéramos con los planes como si ellos estuvieran aquí. Todos estaban entusiasmados, bueno casi todos.

—¿Sigues enfadada?

—Claro, me prometió que iba a regresar a tiempo, ¿y de que me entero? De que no lo hará, y lo mejor es que no me lo dice a mí, sino que tengo que enterarme como si fuera una empleada más.

—Pero lo eres.

—Sí, lo sé, pero para él no, o tal vez era mi imaginación.

—Tal vez logre llegar.

—Si avisó que se había complicado lo del contrato, ¿tú crees que vendrá solo por mí? No lo creo.

—Solo digo que no pierdas las esperanzas.

—Como sea, estas fechas nunca son muy buenas conmigo. Ya veremos qué pasa.


******

—Will, ¿estás seguro de esto?

—Claro que sí, será una gran sorpresa para ella pero no debe saber nada.

—Te apuesto lo que sea que ella ahorita mismo no está muy feliz contigo.

—Lo sé, lo sé, pero al final por algo bueno será.

—Solo quiero decirte que yo no estaré a tu lado cuando lleguemos, mejor alejarme del área de guerra y le diré hasta el cansancio que yo no tuve nada que ver, que todo fue planeado por ti.

—No sé por qué le tienes tanto miedo.

—Tu no la has visto enojada, yo sí y es de temer.

—Mejor sigamos buscando, que si no encontramos uno que me guste ahora sí llegaremos tarde y entonces sí tendrás de que temer.

—Sí, mejor es apurarnos. ¿Cómo quieres que sea?

—Ella es una mujer sencilla pero no quiero que pase desapercibido.

—Algo no muy grande pero brillante.

—Exacto—entraron en la sexta joyería.

—Buenas tardes, señores, ¿en que los puedo ayudar?

—Buenas tardes, buscamos anillos de compromiso. Will, que tal…

—Creo que lo encontré, éste es perfecto.

—Buena elección señor, este es un Cartier, oro blanco, rodeado de varios diamantes para llegar al diamante talla brillante.

—Wao, para querer algo sencillo creo que está lejos de serlo.

—No importa, sé que le gustara. ¡Me lo llevo!

—Buena elección señor, ¿algún grabado?

—Sí, solo la fecha 25/12

—Navidad.

—Exacto.

—Tendrán que esperar algunos minutos para que esté listo.

—Perfecto —siguieron mirando alrededor pero ningún otro anillo le llamó tanto la atención como el primero, sabía que al verlo no cambiaría de opinión.

—¿Ya tienes pensado lo que le dirás? Si quieres puedes practicar conmigo.

—No creo que esté tan necesitado Matthew, pero gracias de todas maneras. Ya se me ocurrirá algo de aquí a que lleguemos a la fiesta.

—¿No la has llamado?

—No, como tú has dicho sé que estará enojada así que mejor es mantenerme alejado por ahora.

—Ja, lo sabía tú también le temes.

—Claro que no.

—No me puedes engañar, pero allá tú, tú eres el que se casara con ella.

—Y seré muy feliz.

—Eso es seguro, quien iba a pensar que una mujer así te iba a atrapar.

—Una mujer ¿Cómo?

—Con carácter, trabajadora, que no se dejara de ti.

—No sé a lo que te refieres.

—No importa, lo importante es que la encontraste y están enamorados, aunque habrá que esperar a que regresemos para ver si ella sigue enamorada de ti.

—Gracias por tu optimismo, lo recordaré cuando estés en esta situación.

—A mí nunca me veras en esa situación.

—Sigue diciéndote eso, para que te lo sigas creyendo.

—Señor Banks, aquí lo tiene.

—Muchas gracias.

—Un placer, vuelva cuando guste —salimos y nos dirigimos rápidamente al hotel. Solo teníamos unas cuantas horas para no perder el avión.

—Lo bueno es que todo nos salió bien, el contrato y tu compra.

—Sí, solo falta la fiesta y que diga que sí.

—¿Qué paso con tu optimismo?

—Tú me lo has ido pisoteando durante todo el rato.

—No te vas a rendir ahora que estás tan cerca de conseguir todo lo que siempre has querido, solo hablo por hablar, no me hagas caso, sé que Lily te hará muy feliz y por supuesto que te dará el, sí.

—Por lo menos Lily estará tranquila con el padrino que escogí, aunque sea a arrastras me llevaría al altar, sabias palabras Señor Hemingway.

—Gracias, Señor Banks, ya sé más o menos lo que diré en mi discurso.

—Dejémonos ya de payasadas. Rumbo al aeropuerto, por favor.

—A la orden, señor.

****

—Señorita Evans, la necesitan en producción.

—Enseguida voy, Leah —esto era el colmo, al tratar de localizar a William en el hotel me decían que no estaba y que no sabían a qué hora iba a regresar que no había dejado dicho nada, parece que quisiera desaparecer justo ahora, justo en estas fechas. No tenía tiempo para ponerme melancólica por esto pero no podía evitarlo, un año más de estar juntos y habíamos planeado con tiempo esta fecha para que ahora no diese señales de vida.

—Pareces más enojada que hace unos momentos.

—Llamé al hotel y no están.

—Bueno… puede ser que…

—No, ni lo intentes, mejor olvidemos esto, para qué me necesitan.

—Quieren tu aprobación en algunos bocetos.

—Por lo menos me mantienen ocupada —pero lo que no sabía era que eran bocetos de vestido de novias—. ¿Alguien se casa?

—No creo, tú sabes que en estas épocas ellos quieren tener varios listos para el próximo año y no estar en apuro.

—Claro, claro… veámoslos… —los vestidos eran preciosos pero había uno en particular que llamó mi atención completamente: era un vestido de tres piezas, bustier en encaje bordado con mostacillas y canutillos checoslovacos, corselete con botones de strass, falda hecha en raso italiano, tul francés y encaje italiano. Era todo lo que una novia podría soñar y querer; era precioso e increíble.

—¿Te gusta?

—Es precioso… —de repente salí de mi ensoñación—. Alguna mujer sería feliz con un vestido así, creo que todos están bien. Pueden enseñarlos si alguien viene en busca de ellos.

—Gracias, señorita Evans —y con eso salimos del taller.

—Por hoy creo que terminamos, mañana será un día muerto y después de ahí viene la fiesta, ¿quieres que vengamos juntas?

—Sabes lo patético que será eso.

—¿A qué hora paso por ti?

—A las 9:30 estaría bien.

—Ok, a esa hora estaré ahí y ponte preciosa que no sabes lo que puede pasar esa noche.

—Solo un milagro.

—O un deseo.

—Seguro.

—Nos vemos después.

Rumbo a mi casa todavía no podía dejar de pensar en ese vestido y más vale que lo hiciera ya que estaba lejos de que me pudiera casar, ni siquiera mi novio aparecía. Al llegar a mi casa vi que tenía dos mensajes en el contestador y tenía la esperanza que alguno fuera de Will.

—Lillian, hija, sabes cuantos días hace que no sé nada de ti, ya vienen las fiestas y quería saber si tú y William iban a venir un rato a visitarnos, los esperamos con ansias, ¿nada de declararse? Ya está tardando mucho, quizás debas darle alguna pista, porque si seguimos así pasaran otros dos años antes de que podamos verlos casados y hace rato te dije que quería ser abuela, no me puedes quitar ese sueño, así que por favor apresura a William quiero que me des esa alegría, espero tu llamados, besos —mi madre no se cansaba de repetirme lo mismo cada vez que me llamaba y se ponía más insistente en esta época del año. El otro mensaje era de la boutique para recoger mi vestido para la fiesta de navidad, es decir que Will seguía sin dar señales de vida.

Los días pasaron volando, sin noticias de Will y en corredera con los preparativos de la fiesta el tiempo no me alcanzaba para pensar en más nada, solo en las noches es que me regresaba la rabia por no saber nada de él pero pensaba que así sería mejor, por algo pasan las cosas, ¿cierto? Llego la noche de la fiesta y todo estaba de acuerdo a lo planeado, Rose me fue a buscar puntual como siempre.

—Tu vestido esta precioso.

—Gracias, lo escogió Will desde antes de irse de viaje. Recuerdo sus palabras: “Sera una noche inolvidable”, inolvidable porque no estará aquí, eso es seguro.

—Olvidémoslo por unas horas y vamos a disfrutar de la fiesta, así que relájate y a divertirnos.

—Ok —cuando llegamos a la fiesta estaba en todo su apogeo, las personas iban de un lado para otro llevando comida, bebida, había varias parejas bailando y pasándolo bien. Rose, me señaló a un hombre y asentí. Hacía rato que él estaba detrás de ella y al parecer tenía una oportunidad en esta fiesta. Por lo menos, alguien lo iba a pasar bien aquí. Me dirigí hacia el balcón que estaba casi vacío y me puse a ver las luces de la ciudad, todo estaba adornado y el ambiente navideño se sentía en todas partes. De repente sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo y solo podía significar una cosa.

—El vestido te quedo precioso —me giré y ahí en frente estaba Will.

—Estas aquí…

—No me iba a perder esta fiesta por nada, además quería ver cómo te quedaba el vestido.

—Ya lo viste y allá está la fiesta, puedes ir a divertirte —lentamente sus manos llegaron a mi cintura y me apretó contra su cuerpo.

—Te extrañé demasiado.

—Lo demostraste con creces.

—Sé que no te llamé, pero había algo importante que tenía que hacer antes de regresar y no me quedó mucho tiempo para comunicarme contigo.

—Me imagino, pero si pudiste comunicarte con tu secretaria para decir que no volvías a tiempo, ¿verdad?

—Si me dejas explicarte, entenderás porque lo hice. Ven, vamos a otro lugar donde estemos a solas —no sé por qué, pero me deje guiar por él. Había muchos pensamientos dándome vueltas por la cabeza, pero lo principal era que lo amaba demasiado y que habíamos pasado por muchas cosas para poder estar juntos y no podía dejar que termináramos sin luchar. Llegamos a uno de los salones que estaba vacío.

—Te escucho…

—Sabes, llevo planeando esto durante meses… y ahora que es el momento no sé qué decir, tu solo ten paciencia… —lo mire extrañada ya que no sabía que quería decir ni de que estaba hablando—.Hemos pasado por muchas cosas juntos y se de antemano que puedo contar contigo para cualquier cosa, has sido mi amiga, mi compañera y la mejor productora que he podido encontrar pero hay algo que todavía nos falta y quisiera preguntarte si estás dispuesta a dar este paso conmigo.

—No se… —pero antes de que pudiera decir algo se puso de rodillas y las palabras se me trabaron.

—Lily, sé que estas enojada por mi desaparición pero tenía que encontrar el indicado —sacó una cajita de su chaqueta y la abrió. Dentro estaba el anillo más hermoso e impresionante que hubiera visto en mi vida—. Lillian Evans, prometo amarte para siempre, todos los días de mi vida, ¿me harías el honor de aceptar ser mi esposa y seguir acompañándome en la prosperidad de esta empresa?

No sabía que decir, jamás me imaginé que él me lo propusiera, y menos en este momento, pero de algo estaba segura, mi respuesta siempre iba a ser la misma fuera donde fuera que me lo pidiera y al mirarlo a los ojos supe que mi decisión era la correcta.

—Sí, mil veces si —le dije con una gran sonrisa, tomó mi mano y deslizó el anillo en mi dedo antes de levantarse y besarme como si la vida le fuera en ello. Nos separamos lentamente suspirando y quedando nuestras frentes pegadas.

—No sabes lo nervioso que estaba, espero no tener que volver a hacerlo.

—Yo también porque si lo hicieras de nuevo habría problemas —nos echamos a reír—. Tenías que meter a la empresa, ¿verdad?

—Por supuesto, somos un combo.

—Entonces, todo esto fue planeado.

—Claro, he tenido ayuda en todas partes y un pajarito me dijo que ya escogiste tu vestido de novia —entonces recordé el vestido que había visto el otro día en el taller y no pude sino mostrar una gran sonrisa en mis labios.

—¿En serio? Es precioso y me encanta.

—Me alegro, creo que debemos salir y dar la noticia a nuestros amigos que sé que se mueren por saber que contestaste —me agarró de la mano y salimos a la fiesta, seguía igual de animada que al principio, nos detuvimos en una esquina para poder localizar a Rose y a Matthew pero antes de hacerlo alguien grito…

—Jefe, creo que debe besarla —estaba señalando algo arriba de nuestras cabezas y pudimos ver el muérdago encima de nosotros, nos sonreímos y me acercó a su cuerpo.

—Creo que tiene razón —sus labios presionaron los míos y el beso dulce y apropiado paso a ser apasionado, sus manos se deslizaron por mi cintura, subí mis manos a su cuello y pude escuchar a lo lejos como todos empezaban a murmurar: “¡Esta comprometida! Mira ese anillo… es impresionante. Se van a casar” todos empezaron a aplaudir y a felicitarnos, nos separamos lentamente y me susurro—: Feliz Navidad, amor. Que ésta sea una de las muchas Navidades que pasemos juntos y felices; para siempre.

—Feliz Navidad, para ti también. Para siempre.


No hay comentarios: