martes, 1 de julio de 2014

Hoy el Aire Huele a Ti

Hellooo, continuamos con la primicia de este exclusivo lanzamiento
hoy les traigo el Prefacio y el Capítulo 1
que lo disfruten, tanto como yo lo hice


 
Prefacio:

Un destino que une y separa al mismo tiempo a dos almas. Amigos de hace años que descubren, gracias a la cercanía de los cuerpos, un mundo diferente, erótico, sensual y precario. Idris y Patrick, personalidades similares y muy distintas a la vez, volátiles, vehementes, se encontrarán envueltos en la más tórrida relación por circunstancias que ellos mismos han creado. Intentando escapar de sus pasados, hallarán un futuro alternativo lleno de altas y bajas, pero donde siempre permanece una cosa: la pasión en una melodía.


Capítulo 1

Ella era una mujer recién divorciada, aunque su juventud se notaba en la belleza de su perfecta piel broncínea, firme y divinamente apretada a su estructura delgada, más delgada de lo que solía estar, porque la depresión arrasaba con su sanidad. Sus pupilas verdes y profundas dejaban ver una opacidad dentro de la cual se podía vislumbrar los mil años que las heridas habían acumulado en su corazón. Era un cuerpo jovial que encerraba un alma cansada. Pasaba muchas horas de la noche durmiendo y cuando por fin se despertaba, se cubría con las sábanas para no dejar entrar lo que el nuevo día tenía para ofrecerle, simplemente porque sabía con exactitud lo que le esperaba: otra buena cuota de llantos y dolor agudo, esterilizante, otro calvario fulminante distribuido en segundos, minutos, horas… Otra percepción demoníaca de lo terrible de su soledad y de la magnitud de sus laceraciones. Inhalaba profundamente y se ponía de pie, pero ya no podía dejar de moverse, lo sabía. De otro modo, se sofocaría entre memorias que latían junto con su agobiado corazón. Observaba todo bajo el manto gris de su desdicha. Si acaso hacía una comida al día (eso si no se presentaban las imágenes de su amado malicioso para arrebatarle el apetito) e iba a trabajar al kindergarten por mera obligación, por cumplir con su función en la humanidad, a pesar de nunca haber tenido clara cuál era esa función. Su nombre era Idris Carrigan.

Él era un joven lleno de vitalidad, aunque distaba mucho de ser saludable. Sus días transitaban por el efímero camino del hedonismo. Los fines de semana, se iba de fiesta en fiesta para esconder el vacío en su alma y la carencia de honestidad hacia sí mismo. Su única meta en la vida desde la devastadora ruptura con su antigua novia, consistía en follar a cuanta mujer pudiera para recuperar un poco de lo mucho que había perdido. Ya no la amaba aunque le fuera imposible olvidarla, cosa que intrínsecamente intentaba con fuerza bruta. Su quebrantamiento con Yolanda era insoluble, como un espejo que se rompe en mil pedazos. Era simplemente estúpido pensar en pegarlo de nuevo… nunca dejaría de ver las grietas en su propio reflejo. Por lo tanto, derrochaba sus mañanas y tardes en el gimnasio, siendo un instructor de los mejores, y una vez que llegaba a casa en las noches completamente cansado y aburrido de su persona, encendía la tele y miraba su serie predilecta, “Breaking Bad”, hasta que los ojos se le cerraban. Era su rutina entre semana, pese a que había días distintos. Algunas veces con todo y el agotamiento físico, precisaba del calor de un cuerpo femenino, así que levantaba a alguna de las mujeres a las que instruía en el “High Impact Center”, ubicado en el centro de Atlanta, la capital de Georgia, o de plano se iba a algún bar para conocer carne fresca y novedosa. Siempre terminaba seduciendo a alguien, puesto que su encanto era innegable (estatura elevada, piel morena y limpia, cabello corto, negro igual que sus ojos, un tanto despeinado, y músculos amplios que invitaban al pecado). Era un amante fogoso y diligente, pero cuando terminaba sus juegos de galanteo, lo primero que le venía a la mente era escapar, salir corriendo con cualquier pretexto por más estúpido que pareciera (tengo que pasear al perro; tirar la basura; regar las plantas, entre otros), así que nunca llevaba a nadie a casa. No era feliz. Sin embargo, todo el juego evitaba que pensara en la cabida de alguna diferencia entre su vida anterior y la presente. Su equipaje ya era en extremo pesado como para añadir otras cosas a cuestas. Su nombre era Patrick Raynolds.

Ellos eran amigos hacía unos diez años. No se veían tan frecuentemente como quisieran desde que Patrick se había ido a vivir con Yolanda e Idris se casara, pero el cariño que se tenían era indudable. Alguna vez, en una noche de bohemia, él le había confesado a Idris que le gustaba mucho, que la quería para sí, que sabía que algún día estarían juntos. Ella sonrió ante el halago, aunque lo negó rotundamente en silencio porque le conocía lo suficiente (o creía conocerle). Sabía la clase de hombre que era y no deseaba que le rompieran el corazón, por lo que le regaló un beso en la mejilla, le miró a los ojos y dijo:

–Algún día.

Patrick intentó robarle un beso y ella volteó el rostro. Se olvidaron de la situación cambiando de tema. Idris le apreciaba mucho como para arriesgarse a perder su cariño.

Se conocieron gracias al hermano de Patrick, Darril, que era pareja de Lena, la mejor amiga de Idris. La idea original era que Pat e Idris se vieran, se deslumbraran con sus encantos externos e internos, y se enamoraran, pero como todos sabemos eso no sucede en la vida real. Patrick era más joven que Idris y a ella le resultaba muy inmaduro, a pesar de que físicamente le había atraído sobremanera. La chica dijo un simple no, restándole importancia al chico de ojos negros, y continuó moviéndose hacia una ruta más segura, la de la confraternidad. Él hizo exactamente lo mismo, con la diferencia de que la chispa sí se encendió en su corazón, aunque tuvo que condenarla al arraigo por tiempo indefinido.

 Los años fueron pasando y siguieron viéndose aquí y allá, formando un enlace fuerte pero sin mayor relevancia. Hubo consuelos y caricias tímidas por parte de ambos cuando lo necesitaron, aunque eran solamente eso, aliento brindado a un ser querido. Patrick encontró a Yolanda, una antigua compañera de oficio de Idris. A pesar de que se llevaba con ella, Idris no fomentó ningún vínculo real con la pareja, ya que su matrimonio con un empresario exitoso de bienes raíces llamado Jace Lewis, consumió casi enteramente su tiempo. Pero el presente llegaría para jugarles la trastada de sus vidas…

*No pueden perderse esta nueva historia de la escritora mexicana que promete mucho.


De venta en:

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